AÑO 301 d.C. Campo de batalla.
Querida Adara,
Esta
cruenta guerra parece no tener fin. He dejado el escudo y la espada por un
momento para tomar la pluma, pero mis manos, manchadas de sangre, apenas son ya
capaces de formar palabras, de unir dos simples letras que posean algo de
significado.
Mis
pies ya no me responden, mis ojos no distinguen al amigo del enemigo, mis
pulmones no son capaces de tomar dos bocanadas de aire sin quejarse. En unas
semanas o, quizá, unos días, mi cuerpo dejará de latir. Por lo menos así no
veré caer más sangre inocente en la tierra.
Estos
dos últimos días ha tenido lugar una pausa, una tregua para estos corazones
cansados. Según se dice para celebrar una fiesta, algo cristiano, “Navidad”
creo que la llaman. Por una vez apoyo a esta horrible religión contra la que
estamos luchando, y no solo eso, sino que pienso además que deberíamos
honrarlos con presentes por darnos un descanso y el tiempo suficiente para
estar con la familia, aunque sea tan solo a través del papel y la tinta.
Lleva
esta costumbre a nuestro pueblo, enseña a nuestros hijos la importancia de
estos dos días y nunca, nunca, te olvides de tu amado.
Tuyo, siempre:
Alcander
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