Un blog de unos alumnos y un profesor de Literatura Universal. IES Alfonso VIII (Cuenca)















jueves, 31 de diciembre de 2015

Ilusiones

                                                 
Me han encargado una dura tarea. No se trata de cargar con una pesada piedra como Sísifo ni de mantener a buen recaudo una valiosa caja como Pandora. No. Es algo más complicado que eso. Se trata de transmitir a todos aquellos niños que estén dispuestos a escucharme la verdadera historia de un bondadoso grandullón. Este hombre tenía una gran responsabilidad, que iba más allá de entregar un regalo a cada niño, pues consistía en hacerles sonreír. En caso contrario, un pelo de su frondosa barba se desprendería. Llevaba haciendo ese trabajo desde que sonó el primer sonajero, pero aquel 24 de diciembre de 1260 supo que sería su último año. Su pesada barriga comenzaba a arrepentirse de los polvorones que durante su larga vida había engullido y su corazón tenía ya demasiadas arrugas.  Cuando subió al trineo puso en duda si ese viaje llegaría a su destino, pues la vejez ganaba a la magia, una vez más. Al día siguiente, millones de lágrimas inundaron cada hogar. Esa mañana cada padre de familia encontró en su almohada un blanco, mágico y solitario pelo de lo que antes había sido una frondosa barba. En ese momento, todos los padres entendieron el papel que debían desempeñar.


                                                           Laura Ortega, 1º Bach. C

viernes, 18 de diciembre de 2015

Querida Adara:

AÑO 301 d.C. Campo de batalla.

Querida Adara,

Esta cruenta guerra parece no tener fin. He dejado el escudo y la espada por un momento para tomar la pluma, pero mis manos, manchadas de sangre, apenas son ya capaces de formar palabras, de unir dos simples letras que posean algo de significado.

Mis pies ya no me responden, mis ojos no distinguen al amigo del enemigo, mis pulmones no son capaces de tomar dos bocanadas de aire sin quejarse. En unas semanas o, quizá, unos días, mi cuerpo dejará de latir. Por lo menos así no veré caer más sangre inocente en la tierra.

Estos dos últimos días ha tenido lugar una pausa, una tregua para estos corazones cansados. Según se dice para celebrar una fiesta, algo cristiano, “Navidad” creo que la llaman. Por una vez apoyo a esta horrible religión contra la que estamos luchando, y no solo eso, sino que pienso además que deberíamos honrarlos con presentes por darnos un descanso y el tiempo suficiente para estar con la familia, aunque sea tan solo a través del papel y la tinta.

Lleva esta costumbre a nuestro pueblo, enseña a nuestros hijos la importancia de estos dos días y nunca, nunca, te olvides de tu amado.

Tuyo, siempre:
                                         Alcander

Silvia De la Fuente Migallón 1ºBach. D



jueves, 17 de diciembre de 2015

Canto paladino

Oíd vecinos curiosos la historia que os voy a contar. Ocurre en un reino, en vísperas de navidad. La princesa suspira, su amado a su lado no está. La reina delira, el rey con él se va. La batalla va a comenzar, los hombres con orgullo parten a luchar. Las damas dolidas ya los ven marchar. Seis jornadas han pasado, el pueblo está intranquilo. Su rey no vuelve, ni con él el prometido. Los preparativos comienzan, la navidad se acerca. La alegría se instaura en la ciudad dolida. Luces, árboles y canticos por todos los rincones. El palacio no es menos, ¡ya abre los portones! El pueblo está contento, la reina está conforme, pero la princesa llora. Él todavía no vuelve. 25, ¡ya es diciembre!, la fiesta se prepara, todos lucen sus mejores galas. La princesa hermosa baja la escalera, por dentro llora su pérdida verdadera. Alboroto en la sala, no dan crédito a lo que ven. Entra raudo el caballero, el rey le sigue el primero. La reina disimula el gozo, la princesa se abalanza contra su esposo. Gritos de alegría, vuelve la esperanza. Ahora, grita un mozo, cantémosles una alabanza. Dicen todos al compás: ¡Viva el rey y su lanza, tiene el pueblo ya esperanza!, ¡Viva el joven con bravura, amor, cabeza y hermosura! ¡Y viva la navidad que nos da alegría, esperanza y felicidad! Así acaba mi canto, ya os oigo suspirar. No os preocupéis señoras, ya no se van a separar. ¡Que esta fiesta siga, llena de vino y manjar!

Carla Suárez López 1ºbach D

sábado, 12 de diciembre de 2015

"Vuelo", poema de Esperanza Párraga

El día 27 de Octubre de 2015, los alumnos de Literatura Universal de segundo de bachillerato tuvimos una visita muy especial. La visita de la poeta Esperanza Párraga. Nos acompañó en una clase y pudimos disfrutar y reflexionar con la lectura de sus poemas. Nos mostró el libro que ha publicado recientemente, que se titula Ojos, y recitó algunos de sus poemas favoritos. También pudimos ver las ilustraciones que acompañan su libro. Concluyó con un poema que aparece aquí y se titula “Vuelo”. Éste lo escribió durante su viaje de vuelta desde Turquía.

Vuelo
Muy por encima de las nubes
los ojos tienen pájaros de luz en la mirada.
La tierra es más hermosa
desde el momento azul en que la miro.
No puede haber palabras
que trasciendan entonces la sensación de vuelo
brotando por la sangre.
Se me acercan los ángeles
por esta extraña ausencia que respiro en el aire.
La altura es infinito de alas conjuntadas
cuando refleja el cielo y yo me quedo dentro.

Esperanza Párraga estuvo cercana a nosotros. Fue maravilloso que nos recitara algunos poemas, transmitía delicadeza y es que, a veces, aunque no se comprenda el significado del poema, solo con escucharlo con esa intensidad pueden llegar las palabras a ti y tal vez en otro momento entenderlo.
Al leer el poema puedes sentir esa sensación de vuelo de la que habla la escritora. Si cierras los ojos puedes imaginar los pájaros de luz de los que nos habla, son puntos de luz lejanos que podrían ser las ciudades. También encuentra la Tierra más hermosa cuando ve el océano y el cielo que la cubren. Explica además que no se puede dejar por escrito lo que siente. Todos en algún momento también hemos tenido sensaciones que no hemos podido expresar con palabras.
Eva Hortelano


lunes, 9 de noviembre de 2015

Arabismos

ARABISMOS

(Texto procedente de http://www.yorokobu.es/arabismos/. Y firmado por Mari Ángeles García)
Cuando el presidente del Gobierno dijo aquello de que «los españoles son muy españoles y mucho… españoles» pareció olvidar el pasado de mestizaje que nos caracteriza y que nos ha hecho tal como somos. Así que sí, somos españoles, pero lo de «mucho» vamos a ponerlo en duda:  también somos un poco romanos, un poco bárbaros y un poco moros.
En español tenemos unos 4.000 arabismos, algunos en desuso pero otros muy vigentes. Detectarlos no es tan fácil, fuera de los ya conocidos o aquellos que empiezan por al- y que enseguida nos hacen sospechar de su origen no latino. Pero hay otros muchos términos que tienen una raíz árabe que saben disimular muy bien.
Los gitanos en el Sacromonte de Granada, dice la Wikipedia, bailanzambras (zamr), esos bailes flamencos y sensuales que llegaron a estar prohibidos en nuestro país hace unas décadas y que el Diccionario define como la fiesta que usaban los moriscos con bulla, regocijo y baile. No es de extrañar que con tanto jolgorio se produjera algazara, ese ruido de muchas voces juntas que por lo común nace de la alegría y de la palabra árabe hispánica alḡazara (locuacidad), y esta a su vez del árabe clásico ḡazārah  (abundancia).
Guardamos en la alcoba (qubbah) nuestros secretos más íntimos, colgamos en la puerta del baño el albornoz (burnūs) y nos tumbamos obedientes en el diván (dīwān) de nuestro psicoanalista. Fijamos nuestro peinado con laca (lakk) y más de una pinta sus labios colorcarmesí (qarmazí) para salir a la calle a comerse el mundo.
Más rico o más obrero, todos hemos crecido en un barrio (barrī) y nos hemos perdido por los arrabales de la ciudad (rabaḍ) temerosos de encontrar en la oscuridad de un callejón a algún asesino (ḥaššāšīn). Curiosa palabra esta, asesino, que en árabe significaba «adicto al cáñamo indio» o lo que es lo mismo, al hachís (ḥašīš), eso que fumamos a escondidas para alegrarnos un poquito el alma. Los ḥaššāšīn cometían sus atroces crímenes puestísimos de ese estupefaciente .
Cuando tenemos hambre, nos hacemos una sopa de fideos (fidáwš), asamos berenjenas (bāḏinǧānah), cocemos zanahorias (safunnárya) o abrimos una lata de mejillones en escabeche (assukkabáǧ).  El pan que comían nuestros abuelos se cocía con mimo en las tahonas (aṭṭāḥūn[ah]). Cocinamos con el aceite (azzayt) que se produce en las almazaras(ma‘ṣarah). ¿Y qué hay del postre? Una raja de sandía (sindiyyah) o unsorbete (šarbah) de limón (laymūn). Si hemos bebido agua, la hemos servido en una jarra (ǧarrah). Y cuando nos encontramos mal, pedimos un jarabe (šarāb) que nos alivie el dolor.

Viajando por la península hemos conocido el Guadalquivir (al-wādi al-kabīr, ‘el río grande’),  Guadalajara (wād al-ḥaŷarah,’ río de piedras’), varias Alcalá (al-qal’at, ‘castillo’), Calatayud (qal’at Ayyub, ‘Castillo de Ayyub’), Albacete (al-basīṭ, ‘el llano’,’ la llanura’), Gibraltar (Ẏabal Tāriq, monte de Tariq) y Madrid (Mayrit, ‘tierra rica en agua’).
¡Quién no conoce a Fulano (fulān)! O a Almanzor, que perdió el tambor(ṭabbūl) en Calatañazor (Qal`at an-Nusur, ‘Castillo de las Águilas’). ¡Cuántos machitos no han soñado con tener su propio harén (ḥarīm)!
Nuestras casas tienen tabiques (tašbīk), paseamos por ramblas (ramlah), aquellos arenales originarios a los que se refería el término árabe del que provienen. Ya no usamos norias (nā‘ūrah) para sacar agua de lasacequias (sāqiyah) ni nuestros peines son de nácar (náqra), ni nos embadurnamos de talco (ṭalq) al salir de la ducha, pero aún vemosnenúfares (naylūfar) en los estanques, si alguien se pone pesado nos da la matraca (miṭraqah) y a más de uno nos gustaría encerrarle en la oscura mazmorra (maṭmūrah) de algún ruinoso castillo. ¡Ojalá (law šá lláh, si Dios quiere) acaben por siempre las guerras y la violencia con la que se ejecuta a inocentes de un disparo en la nuca (nuẖā)!

Podríamos seguir así mucho más tiempo. Basta dar un paseo por el Diccionario para comprobar cuánto conservamos aún de aquellos árabes que llegaron a la península para quedarse unos cuantos siglos. ¿Qué hubiera sido de nuestro idioma si su paso por España no hubiera durado tanto?

miércoles, 28 de octubre de 2015

El inquilino, de Javier Cercas

Hoy traemos la reseña de un gran libro que os dejará enganchados de principio a fin.
Se trata de El Inquilino, libro publicado en 1989 por la editorial Acantilado, y que ya va por su cuarta edición. Su autor, Javier Cercas, es uno de los escritores españoles más importantes, al que le ha sido otorgado el Premio Nacional de Narrativa y el Premio Nacional de Crítica Narrativa. Entre sus obras más destacadas se encuentra: Anatomía de un instante o Soldados de Salamina, libro pasado a la ficción.
Pero volvamos al libro de hoy: Mario Rota es un joven desordenado y descuidado profesor italiano que se traslada a una pequeña ciudad universitaria estadounidense para dar clases. Un buen día, al volver antes de tiempo de su salida diaria de footing debido a una torcedura de tobillo, conoce al nuevo inquilino, un tipo completamente opuesto a él y además aclamado por todos, que tan solo en una semana volverá su vida del revés: se quedará con sus amigos; su amor, Ginger; su puesto de trabajo,… Pero recordad, que las cosas más tontas pueden complicarnos la vida y que nada es lo que parece. Por ello, os recomiendo que prestéis especial atención al personaje de Olalde, un desengañado profesor español, compañero de Mario en la universidad.

Un libro interesante que trata temas perdurables como los celos, la envidia, el amor…, y que me ha sorprendido muy gratamente ya que aunque puedas pensar que su trama será aburrida o su estilo antiguo, por tener más de  veinte años, es completamente entretenido y fácil de comprender, y que te hará, eso sí, reflexionar y sacar tus propias hipótesis sobre su sorprendente final. 
Andrea Blanco

Nueva etapa de Al pie de Mangana

Hola a todos, empezamos hay una nueva etapa en el blog, dedicado ahora a las creaciones de los alumnos de Literatura Universal.
Esperemos que sea fructífero el trabajo.
Echamos a andar con la reseña elaborada por Andrea Blanco de El inquilino, de Javier Cercas.
Un saludo